jueves, 24 de mayo de 2018

Marco Histórico


La historia de la alimentación está estrechamente relacionada con la evolución del hombre, los hábitos alimenticios del ser humano han ido variando a través de los tiempos para poder adaptarse a las adversidades que el medio presentaba, en principio el hombre se vio obligado a comer aquellos alimentos que eran más fáciles de obtener con las escasas herramientas que poseía, lentamente el tipo de manutención fue variando hasta nuestros días, en los que la oferta de alimentos es muy amplia y se hace necesario la adquisición de conocimientos que nos facilite elecciones saludables.

Actualmente la sociedad moderna se caracteriza por disponer de más alimentos de los que es posible consumir y no existe prácticamente limitación alguna respecto a la variedad de alimentos consumibles, ni siquiera a la posibilidad de adquirirlos. A esta situación se suma la inactividad. Cada vez los niños pasan más horas frente al televisor y consolas de videojuegos, por lo que disminuyen las actividades deportivas ocasionando índices altos de obesidad.

La obesidad es el cuadro de malnutrición, por exceso más frecuente, y los trastornos del comportamiento alimenticio empiezan a adquirir una relevancia importante, los hábitos de vida sanos, el ejercicio físico, la higiene y los avances médicos contribuyen al incremento de la esperanza de vida y el reto está en que se consiga en condiciones de salud óptimas.

Desde este punto de vista, la Nutrición es un pilar básico y fundamental, aunque también intervienen, en menor medida, otros factores como la propia genética del individuo y el medio ambiente, los hábitos alimenticios tienen gran repercusión en el estado de la población y por consiguiente en su salud.
Sabemos, como señala la OMS (Organización Mundial de la Salud), que entre los diez factores de riesgo claves para el desarrollo de las enfermedades crónicas, cinco están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico: la obesidad (que es uno de los factores que más influye en el riesgo de padecer enfermedades y morir prematuramente), el sedentarismo, la hipertensión arterial, la hiperclorhidria y el consumo insuficiente de frutas y verduras, ya que se estima que aproximadamente 3 de cada 10 niños y 2 de cada 10 adultos padecen un exceso de peso.

La conducta y los hábitos alimenticios, que influyen en las preferencias de alimentos, se adquieren de forma gradual desde la primera infancia, en un proceso en el que el niño aumenta el control e independencia frente a sus padres, hasta llegar a la adolecencia y como resultado final se obtienen los hábitos alimenticios que marcarán, en la edad adulta, preferencias y aversiones definitivas.

 Esos hábitos van a influir de forma positiva o negativa no sólo en el estado de salud actual, sino que serán promotores de salud o riesgo a enfermar en las etapas posteriores de la vida, muchos hábitos duraderos saludables (o poco saludables) se establecen en la adolescencia, consolidándose para toda la vida.

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